En 1980, el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Bizkaia organizó un concurso fotográfico con la intención de realizar con posterioridad una exposición de las mejores fotografías presentadas, de modo que pudiera quedar reflejada la situación medioambiental de la que hasta tiempos muy recientes había sido gran ciudad industrial: Bilbao y su conurbación urbana de la ría del Nervión. Sobre dicho concurso y posterior exposición, la revista CAU (Construcción Arquitectura Urbanismo) publicó en su número 68 correspondiente a diciembre de 1980 una reseña firmada por Joaquín Cárcamo que reproducimos a continuación, junto con tres de las veinte fotos premiadas:
«Si hablamos de impresión, tendríamos que decir que la que Bilbao produce es como si en un escenario maravilloso hubiese tenido lugar una fiesta de energúmenos y nadie hubiese pasado después a recoger la basura, los desperdicios y a reparar los destrozos». Son palabras del arquitecto Fernando Ramón que nos introducen de lleno en el lema que ha presidido el concurso-exposición de fotografías celebrado durante el pasado mes de octubre en Bilbao: «La degradación del habitat en el Gran Bilbao» y que organizado por la Kultur Batzordea —Comisión de Cultura— del Colegio de Aparejadores y A.T. de Vizcaya, ha mostrado a los habitantes de la comarca, más de ciento cincuenta imágenes cotidianas de su entorno. La exposición celebrada en la Sala de la Caja Laboral Popular, ha contado con la novedad del sistema mixto —votación popular y jurado de expertos— seguido para la elección de las 20 fotografías premiadas. Otras 40 más han sido adquiridas por los organizadores para la formación de un archivo gráfico.
El viejo «vale más una imagen que cien palabras» ha vuelto a confirmarse y nada se ha salvado del objetivo fotográfico, porque nada, tampoco, se salva de la degradación; ni la humilde y humana casa de viviendas (café de tertulias de los albores del siglo incluido) de la Plaza de España, corazón del ensanche novecentista, arrestada entre fríos bancos de silencio-a-las-tres-de-la-tarde, ni la más olvidada calle de la emigración de los sesenta en Sestao.
Al final la esperanza: «Bilbao es un enfermo con un hermoso cuerpo» por boca, también, de Fernando Ramón.